Places and dreams

Suelo viajar sin moverme. Al menos físicamente. En el último tiempo, y con un adquirido rechazo a largos viajes en bus y a la incomodidad de camas y almohadas ajenas, de un tiempo a esta parte, mis traslados se limitan a soñar despierto y auto trazarme rutas que sé que no estarán jamás en mis prioridades. Pero pese a ello, y de igual forma, viajo.

Y no lo hago de forma intencional ni menos planificada. Todo surge sorpresivo y natural, lo que creo, es lo mejor. Viajo en aquellos instantes en que me dejo llevar y me entrego sin ataduras al placer de una obra que me agrade. Ya sea televisiva, cinematográfica, literaria, musical, etc. Y en febrero pasado, sentado cómodamente al borde de una piscina en pleno sector pre cordillerano del Valle de Elqui -y a los 32 años- vine a triangular un nuevo destino a 'no' cumplir. A abrigar un nuevo deseo, que en rigor, no es tal, pero que me dispara la imaginación con inusitado placer: San Francisco, USA. Claro, uno de los cuentos del libro que sostenía en esos momentos en mis manos, tenía lugar en la costa de esa ciudad. Pero ese relato ("El rayo verde" de Ernesto Ayala) no fue el comienzo. Más bien, fue la última pieza conicidente que me hizo encajar y despertar situaciones previas y actuales que me trasladaban inevitablemente a la urbe del Golden gate.

El primer atisbo de este no lógico deseo vino a comienzos de los 90's. En mi casa, sin televisión por cable, las tardes se hacían muy llevaderas con las series gringas que los canales abiertos transmitían. Y hubo una en canal 13 que ejercía una inusual fascinación en mí: "Tres por tres" (Full House). Esas casas blancas y semi 'amansionadas' en barrios perfectos, con grandes hectáreas de verde pasto para recorrer, derechamente me fascinaban. Al igual que Candace Cameron, una de sus jóvenes protagonistas, algo así como un primer amor platónico televisivo compartido con mi mejor amigo de la enseñanza básica.

Creo que en los 90's, con la ignorancia evidente de ser un niño sin internet a mano, nunca supe que esa ciudad llevaba el nombre del patrono de los animales. Pero las décadas avanzaron a pasos agigantados y me vi en las aulas de mi etapa universitaria, donde descubrí a uno de las bandas que se posicionarion rápidamente dentro de mis imprescindibles: Faith No More, uno de los quintetos más famosos que se han forjado en aquella ciudad.

En pleno 2012, la triangulación de coincidencias placenteras con esa ciudad continuó. Aposté por la nueva serie del creador de "Lost" y mi intuición no falló. Pero al margen de lo buena o mala que pueda resultar "Alcatraz", puedo disfrutar semanalmente, a través de las pantallas de televisión, de las empinadas calles de la cuarta ciudad más poblada del estado de California. Y he ahí otro factor de mi fascinación: la aventura siempre presente -creo- en toda ciudad que se haya erigido sobre y en torno a cerros (Coquimbo, Valparaíso, etc.), pues las estructuras de las casas, terrazas y avenidas varían a cada metro que se asciende, rompiendo la monotonía uniforme de lo que siempre ocurre en las urbes escenificadas en un llano.

Y de la televisión, nuevamente al papel. Previa a mi lectura en el Valle de Elqui, revisé una crónica acerca de la vida bohemia que llevó el afamado fotógrafo nacional Sergio Larraín, durante su estadía en el extranjero trabajando para la agencia Magnum. Precisamente, San Francisco fue una de sus estaciones, lugar en el que cultivó una vida bohemia muy acorde a los tiempos en que le tocó retratar al mundo para la más afamada agencia de reporteros gráficos.

Finalmente, y a mediados de marzo, llegó a mis manos una revista de viajes del Mercurio donde se consignaba a San Francisco como uno de los "nuevos destinos" de los nómades del mundo. La entrevistada de turno señalaba lo siguiente: "Me sorprendió su estabilidad económica. Se ve mucha cultura, librerías, cafés. Se parece a Valparaíso, pero un Valparaíso rico donde la gente cuida sus casas". 

Intuyo que deben ser cientas las ciudades del mundo que cuidan sus casas y que tiene rincones donde la cultura se derrocha por borbotones más gruesos. Pero al menos ahora, no me interesa ahondarlas a través de google o por revistas. Sólo ansío encontrar, quizás, otro factor 'triangulador' que me sitúe, imaginativamente, otra vez en San Franscisco. Mi urbe favorita en el mundo en la que jamás he puesto un pie y a la que continuamente en el último tiempo, he viajado sin cesar. 

Es lo bueno de viajar-soñar despierto: nunca te cansas y te diseñas una postal quizá tan bella como la ciudad real que te aguarda y que te lanza constantemente señas para que las hagas coincidir.


PD: San Francisco también es magnificamente retrada en "Rise of The Planet of The Apes", película del 2011 que posee una escena de acción de largos minutos sobre el Golden gate.

Comentarios

cassia dijo…
pasa harto a mi me pasaba en un tiempo con Japón (si, la isla completa)... pero como que me obsesiono y si, me gustaría ir aunque tenga que mamarme las interminables horas en avión... SLDS
QUÉ BUENA. ERES LA PRIMERA PERSONA QUE TIENE REALES DESEOS DE IR ALLÁ.
¿Y POR QUÉ SON TUS GANAS? POR LOST IN TRASLATION O POR LAS NOVELAS DE MURAKAMI QUE HAS LEÍDO?

GRACIAS POR SER LA PRIMERA Y ÚNICA LECTORA Y COMENTADORA DE ESTA NUEVA ETAPA DEL BLOG.

SALUDOS TAMBIÉN.

PD: SALES BIEN EN LA FOTO.