Estaciones para conectar

A lo largo de tres estaciones, en menos de 7 días, me he sentido acogido, pletórico de algo muy cercano a la frontera de la felicidad. Quizá es felicidad a secas. Sin medias tintas, sin estridencias. Sí. Felicidad. Nada más que felicidad.

Confesiones. Coincidencias. Reflexiones. La pasión que sobrepasa los hobbies y trepa sin miedo a los sueños y se viste de convicción. Pero por sobre todo, conexión. Pura y sana conexión.

Como olas que van y vuelven, refrescando, despertando, abriendo oídos, vista y atención, he sostenido diálogos maravillosos, cara a cara, turno a turno; un ping-pong de consultas, de relatos dispersos, de confesiones, puntos de vista: un poner la bandera, un situarse aquí y ahora, en medio de este vasto mundo y su tráfago incesante que nos ahoga en la sensación de que, día a día, un reloj gigante corre en contra nuestra.

Qué mejor que escuchar, que declarar, que decirle al mundo que aún hay refugios que se edifican y sostienen con ladrillos de palabra y lenguaje vivo, instantáneo y honesto, unidos mediante el afecto y la admiración mutua. Qué mejor cemento. Qué mejores lugares.

Mi hijo me cuenta (o más bien, confiesa) que escribe. Cuentos y poesía. Además de guiones para los mangas que desea dibujar y poner en el papel. Me sorprendo, me alegro, me enorgullezco. Conecto. Me siento parte de su mirada, de su proyección al horizonte. De su porvenir bañado por la luz de la ilusión que flota en un mar inabarcable de ideas. La creatividad vive en él.

Demetrio me cuenta acerca de su problemática para abordar y poner más poesía a sus libretas y a su vida. Nos damos ejemplos. Nos apoyamos. Nos abrazamos a través del diálogo y comprensión. Luego por teléfono, me cuenta lo bueno que fue para él ver Paterson. Hay que escribir. No importa el tiempo y el espacio.  El papel lo pide. El corazón lo necesita.

Antonio me cuenta de los vínculos de sus antepasados con connotados personajes de la historia literaria del país. También me refiere acerca de sus dificultades para llevar a la práctica sus ideas y proyectos. Lo que está en su mente, imaginario y libretas, no puede llegar (aún) a texto, a líneas y párrafos que lo representen y acojan. Lo escucho y aprendo. Reímos y compartimos el saber, la anécdota y el historial de aficiones comunes que nos conectan.

Tecleo ahora y pienso. Hablo conmigo y escucho. En mi cabeza se gatilla un nuevo croquis, un esbozo donde la soledad ya no brilla sobre un altar. Un paisaje con más elementos, con personajes entusiastas de entregar, de oír, de acoger. De conectar con aquello que puedo contar. De conectar con lo que puedo oír.

Un lienzo en el que flotan, se mueven, acompañan; cantos, palabras, diálogos que sólo desean convertirse en bálsamo para mi fortaleza de silencio y quietud.

Que la conversación siga. Firme y perenne.


Comentarios

verónicabas dijo…
"Hay que escribir. No importa el tiempo y el espacio. El papel lo pide. El corazón lo necesita." pasa el tiempo y parece que lo unico que queda es escribir, aunque no sea de cosas cotidianas. Me inspira lo que dices.

Cada cierto tiempo vuelvo a revisar mi blog y agrego lo que escribi por aquí y por alla, nada muy especial pero los dejo para no olvidarme. En estos dias de redes sociales que todo olvidan al dia siguiente, que bueno que no has dejado totalmente el tuyo.

Revisando post antiguos me encontre con tu perfil y ya no entro tanto a ver perfiles porque la mayoria dejo de usar blogger, pero me sorprendo de que tú no. Hace muchos años, 10 en total, nos escribiamos como parte de una "comunidad de bloggers", no se si te acuerdas.

De todos modos te dejo un saludo y espero que sigas escribiendo por siempre. Yo me cambie a Wordpress y pude llevarme todo, lo que es la tecnologia :) https://nohaymasintencionqueser.wordpress.com

Saludos!
verónicabas dijo…
Por cierto, me alegro de que tu hijo tambien escriba, curiosamente mi hija tambien dibuja y mucho, es una alegria muy profunda que la creatividad vive en ellos, como tan bien has dicho.