Como primer paso, abre una ventana y teclea en google:
envidia.
Encuentra varios resultados. La RAE dice: "Tristeza
o pesar del bien ajeno, o como deseo de algo que no se posee". Otra definición reza que "La envidia es
aquel sentimiento o estado mental en el cual existe dolor o desdicha por no
poseer uno mismo lo que tiene el otro, sea en bienes, cualidades superiores u
otra clase de cosas tangibles e intangible".
Desde el psicoanálisis la envidia es definida como
"un sentimiento experimentado por aquel que desea intensamente algo
poseído por otro. La envidia daña la capacidad de gozar y de apreciar lo que
posee uno mismo. Es el factor más importante del socavamiento de los
sentimientos de amor, ternura o gratitud".
Finalmente, se detiene en la apreciación del cristianismo
al respecto: "La Envidia es considerado como un pecado capital porque
genera otros pecados; el término no se refiere a la magnitud del pecado sino a
que da origen a muchos otros pecados y rompe con el amor al prójimo que proclama
Jesús".
Lee de nuevo y halla elementos en común: tristeza, deseo,
dolor, amor al prójimo.
Pero no hay en aquellos conceptos algo que pueda expresar
lo que sucede en su mente -y que se clava en su corazón- al momento de observar
en esas vitrinas exhibicionistas de las redes sociales lo que hacen otros en
lugares disímiles a donde se encuentra situado en este mismo instante.
Rostros felices bajo cascadas, en calles de ensueño.
Rostros alegres en parajes dignos de una fotografía para abrigar en la memoria
de la experiencia.
El mundo puede. Él no. Los demás marcan su próximo
destino en un mapa y hacia allá encaminan su deseo y plenitud.
Él sólo resta en su presupuesto y planifica cómo llegar
holgadamente a fin de mes.
La suerte de muchos; la desdicha de pocos. ¿Es tan simple
como eso? Quizás no.
Quizá no es tristeza, deseo o dolor. Es más bien rabia.
Pura rabia. Pero no por lo demás y sus postales de felicidad eterna en otros
sitios. Es odio por sí mismo y por su pasado, presente y futuro. Es arrepentimiento
por las decisiones tomadas antaño.
La estrella de otros que opaca la superficie de sus manos
cuando intenta apreciar en ellas los signos de su esfuerzo, de sus años de
lucha. De su vuelta larga para conseguir lo que otros obtienen en dos pasos. Un
amigo una vez se lo dijo: "hay unos que van por la calle y pisan un
billete y se lo guardan. Otros pasamos por el mismo lugar y sólo pisamos
caca".
La suerte de otros. El camino sencillo y lleno de apoyos
que han recorrido ellos. Sabe que cada quien forja su propio destino, pero
cuando se nace con la estrella, simplemente se nace.
Pero se detiene y piensa: ¿sería realmente feliz con sólo
tener lo que otros ostentan en estos días? Quizá no. Con una sinceridad que
emana de lo más puro de su corazón, siente que no. Y se siente aliviado al
saber que no, que no desea hurtarle algo a nadie.
Todos lo merecen. Y él también merece lo que es suyo por
estos días. Y pone líneas sobre un papel para ver si de esa forma exorciza
todos esos pensamientos agrios que nublan su cabeza ahora.
Quiere. Debe sacudirse. Sabe que será una tarea
dificultosa, pues cuando vuelva a encontrarse con una postal de plenitud en un
lugar ajeno a su terrotorio, quizá vuelva a rumiar, otra vez, algo parecido a
lo que escribió hoy.
Pero cierra los ojos y pide a Dios que le entregue más
fuerza para oprimir esa acidez que no se corresponde con lo que quiere para su
vida.
"(...) gozar y apreciar lo que posee uno
mismo". Vuelve a leerlo. Intentará situarlo como un mantra en su cabeza.
Suelta el lápiz y observa las huellas que dejó en el
papel. Se siente más liviano, ido.
Decide concentrarse en las cosas simples. Y recuerda lo
que leyó esta mañana acerca de un escritor que habla sobre un amigo enfermo y
su concentración en los triunfos sencillos y las ambiciones cortas. Lo subrayó
para encontrarlo con facilidad en un futuro inminente:
"Cuando viejo, yo quiero ser como él, y pasearme por
mi propia Zaragoza en busca de un buen asiento en la plaza, una buena
conversación, una sonrisa que haga olvidar la inminencia del fin".
Deja el lápiz y cierra la ventana de google.
Se siente más liviano, ido.
Comentarios